El regalo de mi año sabático.
- Karen Santana
- Jul 9, 2016
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Cansada de la rutina y de estar en un ambiente sumamente tóxico, decidí renunciar a mi empleo en el año 2014 aún sin tener un plan B, sólo con mis sueños y la esperanza de tener una mejor oportunidad y estilo de vida.
Recuerdo como ahora la sensación que me provocaron los primeros días libres.... fue toda una aventura. Despertar y poder ver el amanecer en calma, salir a caminar cuando aún la ciudad duerme, apreciar esa nueva página en blanco que se nos ofrece cada dia es una experiencia realmente sanadora.
Todavía no recuerdo si la decisión fue tomada desde el ego o desde mi alma, sin embargo ahora sé que fue la mejor decisión que he tomado en mi vida.
Al dar ese paso inició un proceso de autoconocimiento que rara vez se da cuando estamos abrumados o estresados. Un proceso de recibir respuestas, de entender y de entendernos, de reconocer el valor del presente y la incertidumbre. Una experiencia excitante que solo se da cuando estamos a solas, en silencio, lejos del ruido de nuestra mente, de nuestras agendas y celulares... sólo nosotros y el silencio.
Desde ese momento empezó la relación más hermosa y duradera que puede tener un ser humano: su relación consigo mismo y con la divinidad. Cuando estamos solos, en completa intimidad con nuestro ser, empiezan a ocurrir milagros de sanación, las respuestas comienzan a llegar de manera insospechada, e inicia nuestro proceso de adquirir sabiduría del corazón.
Tener un espacio en nuestra vida para el silencio, para la meditación, poder encontrar la paz dentro de nosotros mismos, es el primer paso hacia la evolución de nuestra conciencia.
El regalo de mi año sabático fue lograr por primera vez aquel estado de intimidad con mi alma, sentir el flujo de la conciencia de Dios en mí a través del silencio y la calma. Poder experimentar chispazos de energía divina y saber que el sendero que más nos acerca a Dios es aquel que dirige nuestros pasos hacia nosotros mismos.
"No hay necesidad de salir de la habitación. Basta con sentarse a la
mesa y escuchar. Ni siquiera es necesario escuchar, sólo esperar. Ni siquiera hay que esperar,
sólo aprender a estar en silencio, quieto y solitario. El mundo se te ofrecerá libremente para ser
descubierto. Él no tiene otra alternativa; caerá en éxtasis a tus pies". Franz Kafka
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