Encontrar la recompensa en la acción misma.

A menudo nos encontramos con una estricta orientación a resultados que hace que inconscientemente nos enfoquemos en lograr cosas sin disfrutar el proceso. No hay nada de malo en esperar una gran cosecha de aquello que hemos sembrado, el problema radica en decidir emprender algo desde la expectativa de un resultado.

El gran sabio Confucio decía:” Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Se trata de hacer las cosas que nos apasionen, aquellas que hacen que el tiempo literalmente vuele, disfrutar cada pequeño punto del proceso y los resultados caerán por su propio peso.

Ya sea que es parte de tu propósito, o de una causa que te mueve, aquello que haces con todo tu corazón es la recompensa en sí misma. Desde la apreciación y el amor por lo que haces, el alma encuentra su regocijo y su alegría.

La energía necesaria para llevar a cabo maravillosas creaciones solo surge desde el amor del artista que encuentra su alegría en el acto de crear más que en la creación misma. Su energía se renueva constantemente por el placer que siente al crear y puede conseguir el deleite en la pieza antes de que la pueda dar a luz.

Todo proyecto demandante se puede llevar a cabo en tiempo record cuando los involucrados están fuertemente apasionados por aquello que hacen. Y es de esperarse que produzcan al mismo tiempo los mejores resultados gracias al tiempo de calidad que dedicaron y la buena vibra que pusieron en ello.

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