Pedir generosamente al universo

¿Recuerdas alguna vez que estuviste en un parque con tus padres, viste algún juguete hermoso en venta y no dudaste en pedirlo? Sin embargo respondieron a tu petición con una negativa y la respuesta de que no tenían suficiente dinero para comprarlo. ¿Qué ocurre en la mente de un niño con esta negativa? La respuesta es simple: comienza a formarse la idea de que vivimos en un mundo de limitaciones y carencias en donde no hay suficiente para todos.

Lo cierto es que la divinidad no actúa como actuarían nuestros padres, su respuesta es sí ante todas nuestras peticiones. El universo, Dios, la Vida o como quieras llamarle, quiere darte todo cuanto exista para lograr la plenitud de tu alma.

Entonces, sabiendo esto: ¿Estamos pidiendo de manera generosa al universo? ¿O lo estamos haciendo de forma limitada con miedo a que nos digan: “No”?

Si analizamos profundamente, no tenemos que hacer un gran esfuerzo al pedir, sólo basta que saquemos un momento para clarificar nuestra mente y hacer a un lado los deseos del ego, dejar que florezcan los mas profundos deseos del alma y: ¡listo!

Si en verdad entendiéramos el poder de nuestras peticiones y nuestra fe y pudiéramos integrar la idea de que resulta placentero para la divinidad ayudarnos, no tendríamos tantos dramas existenciales y no tuviéramos que sacrificarnos tanto para conseguir un poco del vino dulce del éxito.

Aqui te dejo con un poema que ilustra de manera perfecta este principio:

Hice un negocio con la Vida por un centavo,

Y la Vida no quiso pagar más,

Pero mendigué al atardecer,

Cuando conté mis ahorros escasos.

Pues la Vida es un empleador justo,

Te da justo lo que pides,

Pero una vez que hayas fijado tu sueldo,

Pues tienes que soportar la obra.

Trabajé a precio de un sirviente,

Cuando para mi sorpresa y desgracia supe,

Que cualquier sueldo que hubiese pedido de la Vida,

La Vida habría pagado con gusto.

-Jessie Belle Rittenhouse

#meditacion